En el último año, los desafíos generalizados han puesto en peligro la reducción de la pobreza y el crecimiento inclusivo. Más recientemente, la COVID-19 y la crisis económica conexa han hecho retroceder los avances y han revelado desigualdades y exclusión sistémicas de larga data. Se prevé que, debido a la crisis, la cantidad de nuevas personas en situación de pobreza extrema aumentará entre 73 millones y 117 millones. Las protestas recientes sobre racismo y discriminación persistente también ponen en evidencia las barreras estructurales que impiden el acceso de innumerables personas a oportunidades y a condiciones más prósperas.

Un nuevo departamento de prácticas mundiales denominado “Sostenibilidad e Inclusión Social (SIS)” (i) —conocido anteriormente como “Desarrollo Social”— refleja la importancia que se asigna a eliminar estas barreras al desarrollo y a hacer mayor hincapié en las personas que han quedado excluidas de las oportunidades económicas y sociales. Estas son cinco cosas que debe saber acerca del Departamento de Prácticas Mundiales de Sostenibilidad e Inclusión Social.

1) La sostenibilidad social remite a sociedades inclusivas y resilientes, donde los ciudadanos pueden manifestarse y los Gobiernos responden.

Los pilares de la sostenibilidad social son las sociedades inclusivas, equitativas y resilientes en las que la ciudadanía tiene representación y los Gobiernos escuchan y actúan en consecuencia. Esas sociedades respaldan el crecimiento y la reducción de la pobreza hoy y en el futuro.

La sostenibilidad social funciona de forma paralela a la sostenibilidad económica y ambiental. En el pasado, se hacía hincapié en la sostenibilidad económica y luego en la sostenibilidad ambiental, con una creciente preocupación por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Pero con la creciente sensibilización en torno a los desafíos de la fragilidad, la desigualdad persistente y la discriminación racial, se ha reconocido que la sostenibilidad social es un elemento central para el crecimiento y la reducción de la pobreza.

El Departamento de Prácticas Mundiales de Sostenibilidad e Inclusión Social ayuda a las personas marginadas y vulnerables a superar los obstáculos que les impiden participar plenamente en la sociedad y respalda los esfuerzos de los individuos por determinar su propio futuro. Esta tarea se basa en tres principios: crear sociedades más inclusivas, mejorar el empoderamiento de los ciudadanos y promover comunidades más resilientes y pacíficas.

2) La inclusión social hace referencia a la creación de oportunidades para todas las personas y al tratamiento de desigualdades sistémicas profundamente arraigadas.

La discriminación y la exclusión persistentes de las personas más marginadas ocasiona un alto costo, tanto para las poblaciones como para la economía. A nivel mundial, la pérdida de la riqueza de capital humano debido a la desigualdad de género asciende aproximadamente a USD 160,2 billones (i). Los afrodescendientes continúan sufriendo niveles considerablemente más altos de pobreza (i) (un valor 2,5 veces más alto en América Latina). El 90 % de los niños con discapacidad de los países en desarrollo no asiste a la escuela (i). En muchos países, resulta especialmente difícil abordar la exclusión, la discriminación y la violencia que sufren las personas lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI). Hasta la fecha, el 70 % de los países continúa considerando la homosexualidad como un delito.

El Departamento de Prácticas Mundiales de Sostenibilidad e Inclusión Social se centra en aumentar las oportunidades para que todas las personas marginadas puedan participar plenamente en el ámbito de los mercados, los servicios, las tecnologías y la sociedad. En Panamá, por ejemplo, esto implica trabajar con las comunidades indígenas y sus líderes tradicionales para mejorar la calidad de la salud, la educación y los servicios de abastecimiento de agua y saneamiento. En Bosnia, significa encabezar un estudio que muestra los elevados costos socioeconómicos de la discriminación basada en la orientación sexual y la identidad de género.


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3) El empoderamiento consiste en ayudar a las personas a que sean capaces de buscar soluciones por sí mismos.

El elemento central de la labor operacional son los programas de desarrollo impulsado por la comunidad, que empoderan a las comunidades para que sean arquitectas de sus propias respuestas de crecimiento y reducción de la pobreza. Sobre la base de enfoques participativos y los valores propios de la comunidad, estos programas contribuyen a mejorar los servicios de las comunidades y la infraestructura básica para ayudar a los residentes, especialmente los más vulnerables, a alcanzar su potencial y desarrollar sus propios medios de subsistencia. También ayudan a fortalecer la capacidad de los residentes y los líderes comunitarios para expresar sus necesidades e interactuar con los Gobiernos locales y regionales. ¿Cómo funciona esto en la práctica? En Camboya, se moviliza a los ciudadanos para que evalúen el desempeño de las escuelas primarias, los centros de salud y los Gobiernos locales como parte de un programa nacional de descentralización (i).

El Departamento de Prácticas Mundiales de Sostenibilidad e Inclusión Social también interviene en los equipos de los proyectos para incorporar herramientas de participación ciudadana en las actividades de inversión. La participación de los ciudadanos es de vital importancia durante la pandemia de COVID-19, ya que ofrece un panorama del modo en que la crisis afecta a las comunidades y puede permitir corregir el rumbo en tiempo real. En Afganistán, esto significa trabajar con las comunidades para compartir mensajes de prevención de la COVID-19 a través de WhatsApp y telegramas que llegan a las personas a las que la crisis impacta más desproporcionadamente, como los refugiados, los desplazados internos, las personas con discapacidad, las mujeres pobres y los nómades (i). Estos canales de comunicación son bidireccionales, lo que permite a los ciudadanos recibir apoyo y compartir información sobre la cambiante situación de sus comunidades.

4) Para crear sociedades resilientes se necesita trabajar en los entornos más frágiles y adversos.

A fin de ayudar a las personas que viven en los entornos más complejos, se aumenta la resiliencia creando oportunidades de prosperar. Esto se logra a través del fortalecimiento de los hogares y las comunidades, de modo que puedan soportar las divisiones originadas por el conflicto, la violencia y las conmociones externas tales como el cambio climático o las pandemias. Por eso, la mayor parte de las operaciones del Departamento de Prácticas Mundiales de Sostenibilidad e Inclusión Social se centra en el fortalecimiento de la cohesión social en países que afrontan situaciones de conflicto y violencia; además, se amplía la labor para ayudar a abordar las dimensiones sociales del cambio climático (i). En los países que sufren fragilidad, se respalda el seguimiento, la prestación de servicios participativos, la consolidación de la paz y los procesos de conciliación, y los esfuerzos específicos por reducir la violencia interpersonal.

En los últimos años, se han redoblado los esfuerzos por abordar la violencia de género proporcionando más de USD 300 millones para operaciones destinadas a afrontar este problema (i). La labor en materia de desplazamiento forzado en Kenya, Uganda, Etiopía y Djibouti también incluye un componente relativo a violencia de género.

¿Qué significa todo esto en la práctica? En Myanmar, implica ayudar al país a recuperarse de múltiples conflictos (en algunos casos, de décadas de duración) a través del Proyecto Nacional de Desarrollo Impulsado por la Comunidad (i), que alcanzó a más de 7 millones de beneficiarios de 63 localidades. Las comunidades edificaron o rehabilitaron 5500 escuelas, construyeron más de 4600 sistemas de abastecimiento de agua y casi 13 000 kilómetros de senderos peatonales y caminos de acceso, y generaron 8,2 millones de días de trabajo con USD 32,8 millones en salarios pagados hasta la fecha (de los cuales, el 36 % se pagó a mujeres). Y en la República Democrática del Congo, esto significa asociarse con organizaciones como la Fundación Panzi para marcar una diferencia clara y positiva en las vidas de los sobrevivientes, ofreciéndoles acceso a diversos servicios, desde atención médica hasta asesoramiento jurídico (i).

5) El Marco Ambiental y Social es una parte integral de la sostenibilidad social.

La gestión de los riesgos sociales es una parte importante de la labor que se realiza, la que se ha ampliado con el nuevo Marco Ambiental y Social (MAS)El MAS impulsa la protección de las personas y el medio ambiente, fortalece la capacidad de los países para la gestión social y ambiental, y promueve avances importantes en esferas tales como la transparencia, la rendición de cuentas, la no discriminación y la participación pública. Los especialistas en cuestiones sociales participan en diferentes proyectos del Banco, que abordan temas como el empoderamiento de género, la violencia de género, las condiciones laborales, la inclusión de los grupos desfavorecidos y vulnerables, y la consulta a las partes interesadas.

El MAS constituye una parte integral de los tres pilares básicos de la sostenibilidad social: inclusión, empoderamiento y resiliencia. ¿Qué significa esto en la práctica? En términos de inclusión, esto implica aprovechar el MAS en Senegal para diseñar servicios de transporte más inclusivos (i). En Bangladesh, significa utilizar el MAS para ofrecer a las mujeres rohinyás desplazadas espacios seguros, apoyo psicológico y servicios de atención de partos y de derivación de casos. Y en Tayikistán, conlleva garantizar que los grupos vulnerables, como los hogares encabezados por mujeres y los jóvenes en situación de desventaja, reciban más oportunidades.

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